¿Sabías que el vínculo con tu terapeuta puede determinar el éxito o fracaso de la terapia? Sí, has leído bien. La relación que mantengas con tu psicólogo o psicóloga puede influir mucho en que el proceso terapéutico tenga un resultado positivo.
La relación entre el terapeuta y el consultante, también conocida en psicología como “alianza terapéutica”, se puede definir como el conjunto de sentimientos y actitudes que tienen tanto consultante como psicólogo y la forma en que los expresan. Una relación positiva estará principalmente compuesta por sentimientos de agrado, respeto y confianza manifestados por ambas partes. Dicho con otras palabras, terapeuta y consultante deben construir un “equipo”, una alianza en el trabajo hacia la consecución de los objetivos previstos. En definitiva, lo que buscamos los psicólogos es crear un entorno donde la persona que viene en busca de nuestra ayuda se sienta protegida.
Por todo lo que he comentado, te recomiendo que cuando vayas en busca de un profesional de la salud mental tengas en cuenta tres aspectos que, a mi parecer, resultan fundamentales:
- Que te resulte fácil establecer un vínculo emocional positivo con tu terapeuta.
- Que ambos estéis de acuerdo en los objetivos y metas de la terapia.
- Que ambos estéis de acuerdo en las tareas y técnicas que se van a utilizar durante el proceso terapéutico.
Como era de esperar, una relación positiva entre el terapeuta y el consultante es un predictor positivo del éxito en la terapia, pero eso no quiere decir que sea lo único necesario o la única variable que influya en el tratamiento. También son variables muy importantes la competencia del profesional (que sepa lo que hace) y la motivación del consultante (que te comprometas con el proceso).
Como persona que acude a terapia te conviene saber que, a diferencia de una relación de amistad, la relación terapéutica es:
- Totalmente asimétrica, es decir, la terapia se centra en las necesidades del consultante y no al revés.
- No altruista, dicho de otra forma, que el terapeuta cobra por su trabajo y no debes sentirte en deuda con él o ella.
- Está sujeta a una serie de reglas formales de funcionamiento (por ejemplo: frecuencia y duración de las sesiones, lugar de las mismas, puntualidad, honorarios, duración limitada de la terapia y colaboración activa del consultante durante todo el proceso).
Podríamos resumir las características de un emparejamiento óptimo entre terapeuta y consultante en los siguientes puntos:
- Ambos tienen expectativas congruentes acerca del papel de cada uno en la relación. Comprender y estar de acuerdo en vuestros respectivos derechos y obligaciones en cuanto a lo que se espera que cada uno haga o no durante la interacción.
- Ambos confían en obtener resultados positivos de las sesiones.
- Ambos comparten un uso del lenguaje similar o, al menos, tratan de adaptarlo al otro para que la comunicación fluya lo mejor posible.
Estos son algunos puntos importantes, aunque pueden existir otros. No obstante, es muy difícil emparejar a un terapeuta y a un cliente en todas estas dimensiones. Sin embargo, es importante tenerlas en cuenta ya que cuantas más se cumplan, más probable parece el desarrollo de una relación favorable.
Sentirte valorado y entendido por un profesional en un momento complicado de tu vida ya es terapéutico de por sí. Una actitud sincera y cercana que manifieste aceptación y escucha activa de los problemas, pensamientos, emociones, etc. por parte de tu terapeuta, así como tu papel activo durante el tratamiento, son algunos de los aspectos más beneficiosos de cara a promover un cambio.
Con este post pretendo disipar algunas de las dudas que suelen surgirnos cuando nos planteamos acudir a terapia sobre qué profesional elegir o cómo debe desarrollarse la relación entre ambos. No obstante, si se te presenta cualquier pregunta, o simplemente quieres contarme alguna experiencia o reflexión… ¡Nos vemos en los comentarios!